Llamado a la justicia climática y de género en la CSW66
Nosotros, la Alianza MenEngage, en asociación con el movimiento climático juvenil Fridays for Future Bangladesh y las organizaciones indígenas, incluida la Red de la Fundación para la Transformación de la Comunidad (COTFONE), de Uganda, nos reunimos con motivo de la 66ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, en un momento de riesgo existencial para la humanidad.
El cambio climático es uno de los retos globales más urgentes a los que se enfrenta el mundo hoy en día. Los impactos inmediatos ya se sienten en todo el planeta, de forma desigual, con muchos contextos y comunidades en el Sur Global que, mientras hablamos, están experimentando las consecuencias devastadoras y mortales de la crisis climática. Apoyamos firmemente el liderazgo de activistas climáticos feministas, de los pueblos indígenas y de los movimientos climáticos juveniles que desafían los sistemas dominantes patriarcales, socioeconómicos y políticos que perpetúan el cambio climático. Apoyamos sus llamamientos a la transformación sistémica y a una transición justa hacia economías verdes de cuidado.
Las causas y las amenazas del cambio climático no son neutrales en cuanto a género
Sabemos que las causas y las amenazas del cambio climático no son neutrales en cuanto a género. El análisis de género de las últimas tres décadas ha sacado a la luz los efectos desproporcionados del cambio climático y la degradación del medio ambiente en la vida de las mujeres, las niñas y las personas de diversas identidades de género. Quienes viven en las intersecciones de múltiples formas de opresión y marginación en el Sur Global se ven especialmente afectados. El análisis eco-feminista ha desvelado cómo el cambio climático está enraizado en las historias de la extracción colonial de recursos y la producción industrial capitalista. Estas estructuras de poder y dominación masculinas, patriarcales, coloniales, eurocéntricas y del Norte Global siguen explotando los recursos naturales sin tener en cuenta a las personas y al planeta, lo que aumenta las desigualdades en todo el mundo.
Vemos la continua expansión de un modelo económico moldeado por los caprichos de una pequeña minoría de intereses corporativos elitistas que aumentan las desigualdades y la pobreza para la mayoría ya marginada; haciendo que las personas no sean atendidas, no sean escuchadas y sean invisibles. Debemos poner fin a los actuales modelos patriarcales de explotación, a los modelos económicos extractivos y a los sistemas financieros; así como a sus múltiples formas de control sobre los cuerpos, la tierra y los medios de vida, atrincherados en sistemas políticos de privilegios y jerarquías de poder.
Además, la pandemia global de COVID-19 ha revelado los defectos de nuestro sistema de atención y los niveles inaceptables de desigualdad en el acceso a la atención en todo el mundo. Vemos los niveles crecientes de feminicidios y de violencia de género contra las mujeres, las niñas y las personas de diversas identidades de género, la pandemia más antigua de la humanidad. Somos testigos de las crecientes limitaciones a la movilización individual y colectiva, a la protesta y a la libertad de reunión, así como de la disminución de los espacios de la sociedad civil para aquellos comprometidos con la justicia; y vemos el aumento de los ataques a defensores de los derechos humanos y medioambientales en todo el mundo.
Presenciamos un aumento del militarismo y de los gobiernos autoritarios en todo el mundo, con un uso cada vez mayor de tácticas represivas de control social, recientemente con el pretexto de frenar la propagación del COVID-19; y la violencia armada contra las minorías como medio para consolidar los regímenes. Estas formas de poder sobre las personas y el planeta están bien financiadas e incluyen movimientos anti-derechos que atacan sistemáticamente la igualdad de género, los derechos de las mujeres, los derechos de personas LGBTQI y la justicia racial. Mientras tanto, continúa el fracaso de la acción climática transformadora. El momento de cambiar es ahora.
Debemos comprender mejor la forma en que los ideales nocivos de hombría, es decir, las masculinidades que incluyen la necesidad de tener poder sobre los otros – «otros» a menudo entendidos como mujeres, hombres menos poderosos, niños y naturaleza – destruyen los medios de vida y perpetúan la degradación del medio ambiente. Debemos seguir explorando y desentrañando estas causas fundamentales de la crisis climática. Al hacerlo, podremos ayudar a fortalecer las futuras y ya existentes soluciones para la adaptación y resiliencia al cambio climático, exponiendo los daños de las masculinidades patriarcales y trabajando con hombres y niños como aliados para transformar las estructuras de poder junto con los movimientos feministas, indígenas y juveniles por el clima. A través de enfoques feministas interseccionales que rinden cuentas a nuestro planeta y a todas las mujeres, niñas, personas de diversas identidades de género y grupos marginados, nos comprometemos a centrar nuestro trabajo en prácticas basadas en los derechos humanos y transformadoras del género.
Llamado a la acción: Urgimos hoy a los gobiernos a centrar las voces, el liderazgo y las agendas políticas de activistas feministas, indígenas y jóvenes por la justicia climática y de los defensores y movimientos de los derechos humanos y ambientales, en todas partes. Urgimos hoy a los gobiernos para que tomen acciones audaces y transformadoras en pro de la justicia climática, de género y social. La comunidad científica internacional ha establecido desde hace tiempo la magnitud y la urgencia de la crisis climática. Los gobiernos deben atender sus llamados con la escala y la urgencia que exigen la ciencia del clima y activistas climáticos. Los líderes deben rendir cuentas de sus acciones, o más apropiadamente, de sus inacciones. La complacencia política, los retrasos y las excusas deben ser vistos como lo que son: graves fracasos de liderazgo, y un trágico fracaso para la humanidad y toda la vida en la Tierra. Pedimos que se ponga fin a la impunidad de los responsables políticos y que los hombres que ocupan puestos de poder -en empresas, instituciones financieras y gobiernos – rindan cuentas por sus prácticas destructivas para el medio ambiente. Los hombres culpables de la destrucción ecológica o del ecocidio deben ser procesados para evitar nuevos crímenes. Urgimos que esto se trabaje y se promueva a los niños y hombres sobre sus múltiples roles y responsabilidades en la crisis climática, y que se presenten análisis sobre las interconexiones entre las masculinidades patriarcales y su contribución a la perpetuación de la crisis climática. Visibilizar el daño de los hombres en posiciones de poder y dejar claro el vínculo con las estructuras y normas patriarcales. Apoyamos e instamos a todos los gobiernos a que actúen en consonancia con los principios y las peticiones de Los viernes por el futuro (Friday’s for Future) para «No más promesas vacías», incluyendo: a) Una moratoria sobre todos los nuevos proyectos de combustibles fósiles. Acabar con todas las inversiones de la industria; b) Presupuestos de carbono anuales y obligatorios; c) Justicia económica, racial y de género en la política climática; d) Proteger y salvaguardar la democracia. Participación ciudadana en la toma de decisiones sobre el clima; y e) Convertir el ecocidio en un crimen internacional.